En abril de 1975, se publicó en Barcelona, España, un libro singular, diferente y con un título inusual: Prosas apátridas. Fue una edición de la editorial Tusquets, que llamó la atención por su peculiaridad.
Para entender el origen de este libro, debemos retroceder en el tiempo. Desde 1950, Julio Ramón Ribeyro escribía un diario personal, donde año tras año registraba no solo eventos de su vida, sino también reflexiones que surgían en su día a día. Estas notas estaban organizadas con fechas específicas, como si quisiera darles un sentido cronológico.
En un principio, Ribeyro no tenía intención de publicar su diario, pero sí reconocía que ciertos textos tenían un valor literario que merecía ser compartido. Fueron principalmente sus amigos quienes lo impulsaron a llevarlos al público.
Al reunir esos textos en un solo volumen, quedó en evidencia su carácter misceláneo. No seguían un único patrón. Eran escritos diversos que abarcaban desde reflexiones filosóficas hasta aforismos, pasando por máximas y observaciones irónicas. No podían catalogarse como cuentos, poesía o ensayos. Eran, en esencia, inclasificables. El propio Ribeyro lo explicó de la siguiente manera:
"Se trata, en primer término, de textos que no han encontrado sitio en mis libros ya publicados y que erraban entre mis papeles, sin destino ni función precisos. En segundo término, se trata de textos que no se ajustan cabalmente a ningún género, pues no son poemas en prosa, ni páginas de un diario íntimo, ni apuntes destinados a un posterior desarrollo. Es por ambos motivos que los considero "Apátridas", pues carecen de un territorio literario propio".
Hoy en día, Prosas apátridas es uno de los libros más emblemáticos de Ribeyro. No solo destaca por la claridad y elegancia de su escritura, sino también por la profundidad con la que explora la condición humana y las circunstancias que la rodean. Su visión del mundo y su capacidad de observación lo convierten en una obra que trasciende el tiempo.
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