En Congrains sólo veo una promesa.
Su novela corta es, desgraciadamente, un cuento largo. Es decir, un cuento que debió ser más corto. Hay demasiada recreación en el detalle, demasiada alusión a cosas concretas —el precio de la leche, las piezas del motor, el nombre de las calles— que, si bien contribuyen a crear el ambiente, agotan al lector.
Dramatiza, sin embargo, con mucha facilidad y esto es un don inapreciable. El contenido de su cuento es de un realismo crítico simplemente expositivo, pero contiene una indirecta protesta social. Es quizá su relato más significativo.
De Cartas a Juan Antonio, 28 de enero de 1954
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